En el verano de 2012 los medios de comunicación mundiales se hicieron eco de una noticia que se tiñó de tintes jocosos. Ver la imagen de la famosa “restauración” de una imagen del Ecce Homo en la localidad de Borja, en Zaragoza, hacía reír a cualquiera. Cecilia, una feligresa de la parroquia aficionada a la pintura, había repintado una pintura mural del siglo XIX. La pintura original no es una obra de primera fila, aunque no estaba mal pintada.

Los procesos de deterioro que sufrió la capa pictórica derivaron en levantamientos y pérdida de adhesión que dejaron poco a poco pequeñas lagunas blanquecinas. Cecilia comenzó a retocar primero el cabello del Cristo. Poco a poco se fue animando con la túnica y el manto. El paso del tiempo y la confianza fue derivando en aplicar óleo en el rostro de la imagen. Todo ocurría con el beneplácito del párroco, y los vecinos que acudían a la iglesia encontraban frecuentemente a Cecilia pintando. No se escondía de nadie, y la ingenuidad de esta intervención afecta a todos aquellos que lo permitieron.

Un proceso paulatino que derivó en la imagen que ha dado la vuelta al mundo. Durante Agosto y Septiembre periodistas de los medios informativos más importantes del mundo llenaron la pequeña población de Borja. En las redes sociales circulaban montajes muy graciosos sobre la imagen, y el Halloween estadounidense encontró su disfraz estrella. En medio de la crisis económica que estamos viviendo, y noticias desesperanzadoras que nos llegan a diario, aquello fue divertido, pero no hay que olvidar la realidad que sacó a la luz.

En primer lugar, nunca se había hablado tanto de restauración. Mucha gente comenzó a interesarse por nuestro trabajo. Telemadrid hizo un programa en directo en nuestro taller, en él explicábamos los procesos y criterios que sigue nuestra profesión. Otro aspecto a recalcar, es que en las redes sociales mucha gente comenzó a denunciar intervenciones como la de Borja; el caso del Ecce Homo es sólo la punta del iceberg. También es cierto que los párrocos están cada vez mejor formados en historia del arte, y son conscientes de la gran responsabilidad que tienen sobre las obras de arte. Cada obispado tiene un delegado de patrimonio que vela por la profesionalidad de las intervenciones, y por ello repintes como el de Borja van siendo cada vez menos frecuentes.

Os mostramos el ejemplo de estas dos pinturas sobre tabla, que restauramos hace nueve años en un pueblo de Cuenca. Las pinturas se encontraban en el primer cuerpo de un retablo del S.XVIII, y representan a San Pedro y San Pablo. Cuando las vimos por primera vez, no dábamos crédito ¡Parecían pintadas por un niño de 7 años!. Afortunadamente el repinte se pudo eliminar con facilidad, pues se trababa de un temple. La pintura original en ambas obras estaba muy perdida y deteriorada, pero viendo la imágenes podréis comprobar que nuestra restauración aumentó el valor de la obra de arte. 


Estado inicial, y después de la restauración.


Estado inicial, y después de la restauración.

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