Se acerca la Navidad, y desde los comienzos de nuestra trayectoria profesional, siempre nos traen para restaurar alguna figura de belén. Hace poco entablamos amistad con un cliente, Santiago Martínez Matesanz, gran apasionado del arte del belenismo, que tiene en su domicilio un número considerable de composiciones de todas las épocas, estilos y tamaños. Santiago es licenciado en Historia, especializado en Edad Media, y gran erudito al que hemos pedido que nos redactase un post para el blog de Da Vinci Restauro. Su disertación se extiende tanto, que hemos considerado dividirlo en varias partes:

 -El significado de la Navidad para nuestro cliente Santiago

-El Arte del Belenismo

-El Arte del belenismo en España

Mi interés por la Navidad se remonta a mi niñez, y ese sentimiento de familia, y el recuerdo de lo que en estas fiestas se celebra, fue sembrado tanto en mi hermano, como en mí, por el ejemplo de mis padres. Cuando cumplí un año, y vinimos a vivir a la casa en la que yo ahora habito, mis padres me regalaron mi primer Misterio, compuesto por figuras de plástico, las cuales se ubican en el interior de un portal fabricado con corcho. Ese es el verdadero origen de mi afición hacia los belenes.

Poco a poco y cada año, mis padres nos iban regalando figuras para que el Belén fuera creciendo, y se pudiera realizar una construcción más elaborada. En los primeros tiempos, la colocación del mismo, primero en el comedor y posteriormente en el recibidor, era una tarea desarrollada por mi madre, que también preparaba el árbol, que durante muchas Navidades, mi padre se encargó de que fuera natural, y con raíz. Gracias a que el árbol se había respetado, conseguimos en algunos años, que el mismo árbol, sobreviviera de uno para otro, al ser plantado después de finalizadas las fiestas, en un jardín, recuperándolo al año siguiente, si las condiciones que había soportado en la casa,(especialmente la calefacción),  y después en el exterior, no habían logrado entorpecer su supervivencia.

 Así mismo, a mi padre le asignábamos la logística, preparando las luces tanto para el árbol, como para el Belén, y lo siguió haciendo después de que yo, ya me comprometiera a organizar todo el despliegue. También preparó la tabla, sobre la que empezamos a construir el Belén, cuando trasladamos su montaje al recibidor.

 Mi madre nos aprovisionaba del típico espumillón, y las bolas para decorar tanto el árbol, como otros motivos, en el resto de las habitaciones de la casa. Siempre y en todo momento teníamos claro que la tradición, por nuestra cultura y costumbres, elevaba a un mayor grado de importancia al Belén, por encima de otros diferentes adornos, como podría ser el árbol, que aunque posee reminiscencias de los cultos paganos, tornó su significado a un simbolismo cristiano. Llegó un momento, en que dejamos de poner el árbol, pero nunca faltó el Belén.

restauracion belenes

Recuerdo con cariño un año en que mi madre me regaló para mi cumpleaños cuatro figuras de barro: una aguadora, una hilandera, un pavero y un hombre haciendo gachas. Junto a las figuras también adquirió unas casas y elementos decorativos, además de un nuevo Misterio en el que los personajes, también fabricados en plástico, se disponían en el interior de una olla de barro. Me enorgullece decir que conservo todas las figuras, y edificaciones que conformaron este Belén de nuestra infancia, así como bastantes de las bolas, que han resistido el paso del tiempo.

Este primer Belén nos sirvió tanto a mi hermano como a mí, como un campo de experimentación, para los futuros montajes, bien sea de belenes, o de escenografías para dioramas, materia en la que mi hermano es un auténtico maestro.

Pasaron los años, y como se dice, empecé a montar un Belén de adulto, comenzando por la  adquisición de figuras de barro, de las que se fabrican en la Región de Murcia. Al principio no contaba con información relativa a sus artistas y talleres; con el paso de los años, me hice más selectivo a la hora de elegir las esculturas, decidiéndome por las que más se acercaban a mi gusto personal. Las figuras son de 21 cm. En una segunda fase, me decidí por las figuras italianas de resina, de las que tengo, una pequeña muestra, en un Belén de figuras de 20 cm., otra de 11 cm., y finalmente de 3,5 cm.

En estos años, también encargué a un escultor la realización de un Misterio, compuesto por la Virgen, San José y el Niño, que realizaba previa petición, siguiendo un modelo que él mismo había creado,  cuyas figuras están talladas en madera de tilo, y se les ha aplicado la técnica del policromado y el dorado en los ropajes, mientras que las manos, pies, caras, y el Niño, que aparece desnudo, fueron realizadas en hueso.

Con las figuras de la colección del Mundo del Belén, de Ediciones del Prado, debidas al taller de José Luis Mayo Lebrija, construí un nacimiento de grandes dimensiones, que presenté al concurso que convoca anualmente la Asociación de Belenistas, y fui galardonado con diploma y medalla, al igual que años antes hice lo propio con un belén, utilizanzo las figuras de barro a las que ya me he referido, premiando mi trabajo, con el mismo reconocimiento. De Mayo Lebrija, también cuento con la colección de personajes madrileños, enmarcados en una escenografía que podría recordar a una de las calles del antiguo Madrid. 

El belén más completo que poseo es el Napolitano, cuyas figuras de una altura de 33 cm. fueron adquiridas tanto en Madrid, como encargadas a artesanos napolitanos directamente. La composición de este belén lleva consigo un trabajo personal que se prolongó bastante en el  tiempo. En el escenario he recreado las ruinas de un edifico clásico, preparando todo el suelo y procediendo a su decoración con cortinajes, arquitecturas fingidas, y la colocación de enseres. Algunos de éstos han sido fabricados por mí, y representan las ofrendas de los Reyes y pastores,  arropado todo ello por la enmarcación de la escena en lo que sería un lugar en el campo, en el que la naturaleza se ha adueñado del espacio.

Entre las figuras que no son fruto del hacer de los talleres napolitanos y son adaptaciones mías, están los caballos de los Reyes Magos. Éstos guardaban las proporciones, y eran originariamente las cabalgaduras de soldados de la época moderna. Con ayuda de la pasamería he transformado estas monturas, imitando las que se utilizaban en el S.XVIII a la hora de enjaezar a estos animales. Las creaciones de los artesanos napolitanos reproducen los elementos que estaban en boga en dicha centuria, con lo que podemos admirar en ellas una guarnicionería extraordinariamente elaborada, con el detallismo más exquisito. Encontraremos piezas como el bocado o los estribos, que no se utilizaban en la época de Cristo.

Además de belenes fabricados con terracota y resina, cuento con algunos con figuras de un material denominado durexina, que resiste mucho mejor los percances que pudieran sufrir.

También podemos encontrar Misterios de escayola, y uno, de los elaborados con tela y papel.

Los Belenes, pueden contener únicamente el Misterio de pequeñas dimensiones, o el Misterio con pastores y los Reyes, o el Misterio, únicamente con los Reyes. Siempre que el espacio me lo permite configuro un escenario de diverso nivel de complejidad, que puede llegar a un montaje, en el que los personajes porten faroles, se produzca el ciclo del día y la noche, y una fuente que surta de agua.

Entre los más curiosos, tengo belenes en los que sus personajes son representados como niños, como en el que la Virgen y San José están ataviados con la indumentaria fallera. Digno de mención es el construido con las figuras de Playmobil, compuesto por la colección que trae el portal con el Misterio, la que contiene los tres Reyes y un camello, y yo he añadido pastores, animales, camellos, soldados de la serie de Egipto, para simular el cortejo de los Reyes, y soldados romanos. Incluido igualmente en el grupo de los Belenes infantiles, consigno el de “Pin y Pon”, dotado de una pequeña escenografía. Entre los Misterios más pequeños, puedo citar uno en el que los personajes visten ropa típica de países de latinoamérica.

Puedo haberme dejado algún tipo de los belenes que poseo, en este listado compuesto de una manera rápida y no demasiado ordenada. Aunque no las he ubicado como figuras de nacimiento, una de las composiciones que tengo refleja un momento de la Pasión, ocurrido en el intervalo que se extiende entre la Flagelación, y la Coronación de Espinas, he colocado figuras del taller italiano, en Palermo, de la artista Angela Tripi, de 30 cm. Se trata de dos soldados romanos, y otro de raza negra, para  acompañar una reproducción de las que ha realizado su Hermandad en 3D, de su Titular, el Cristo del Mayor Dolor de la localidad malagueña de Antequera, imagen debida a la gubia de Andrés de Carvajal, que trabajó en el S. XVIII. Obra salida de sus manos igualmente, es la imagen de su Titular Mariana la Virgen del Mayor Dolor, que contrariamente a la costumbre más extendida, de la época en la que fueron creadas, la Virgen, como digo, es imagen de talla y no de vestir, aunque lleva colocado manto, pero no saya.

En una escena del Calvario que he creado, a partir de un Cristo Crucificado, ya fallecido, puesto que aparece la llaga de la lanzada en el costado, se encuentran junto a la Cruz, la Virgen y San Juan Evangelista, de pie, mientras que, Santa María Magdalena se muestra arrodillada, obra de los talleres de Nápoles a los que me he referido, y un soldado romano, de la colección de la señora Tripi. La medida de cada figura es de 25 cm.

Para terminar, un último apunte. La afición a la construcción de Belenes en los hogares, al igual que ocurre en las instituciones, está muy sujeta a las modas y a los influjos de las costumbres de otros lugares, que nos llegan desde el exterior. Desde hace unos años vivimos un período de decadencia en la instalación de Belenes; espero que asistamos a un resurgimiento de su popularidad.

Los Belenes son una costumbre muy arraigada en España, que obedece a una historia de la que somos deudores. Aunque existan personas que renieguen de nuestras tradiciones por razones políticas así como de conciencia, deberían comprender que estas manifestaciones obedecen a la cultura que hemos ido conformando a lo largo de los siglos.

En las conmemoraciones navideñas participan todas las personas, porque estamos imbuidos por este ambiente que nos rodea. En términos generales, nos reunimos para compartir las comidas y las cenas de estos días, o quedamos con personas a las que no vemos durante el año. Es un rasgo de carácter cultural, y para que alguien participe en estos eventos no tiene que ser creyente. En una familia tampoco se dejará a los más pequeños de la casa sin regalos de Reyes sólo porque sus padres sean ateos o agnósticos.

Por ello, siempre he estado en desacuerdo con la asimilación de las costumbres y tradiciones que nos vienen del extranjero, cuando esta actitud pueda significar la pérdida de las nuestras, llegando incluso a cambiar su significado profundo. El bombardeo de los hábitos referidos a la Navidad por parte de Estados Unidos, reflejados hasta la saciedad a través de las películas, que los dan a conocer de manera “machacona “durante estas semanas, es totalmente esclarecedora.

Debemos partir de una diferente concepción, Estados Unidos es de tradición Protestante, nosotros de tradición Católica. No rinden culto a las imágenes, ni a los Santos, por lo tanto la presencia de los belenes no tiene cabida.

La apariencia actual de Papá Noel es el resultado de una serie de transformaciones en la iconografía de San Nicolás. En las Navidades de 1931 Coca Cola presentaba esta figura para publicitar la campaña para las fiestas de ese año. Aunque, no tenga por qué coincidir exactamente, es la dinámica en la representación de este personaje, que trae regalos, en los países protestantes.

Con escasa frecuencia, aparece en los países no católicos, la verdadera representación de la  figura de San Nicolás, que fue Obispo de Mira, en la actual Turquía, y que es conocido también por San Nicolás de Bari, al ser custodiados sus restos en esta ciudad italiana, a donde fueron trasladados, para salvarlos de la profanación, tras la invasión musulmana de aquellas tierras (según otras versiones sus reliquias fueron robadas por unos marineros, y llevadas a dicha ciudad). Se toman los elementos de los calcetines, la chimenea, alusivos a milagros, que se le atribuyen, despojándolos de todo su significado.

Huelga decir que al tratarse de culturas, en las que no existe la devoción a los Santos, se obvia la mención a uno de los que reciben una veneración de mayor trascendencia a lo largo de la historia, al ser honrado tanto por la Iglesia de Oriente como por la de Occidente. Se han aprovechado de la figura de un Santo, a la que han vaciado de contenido, y se ha convertido en un esperpento. Es como una paganización de la razón de ser de estas celebraciones: se crean decoraciones extraordinarias con árboles monumentales, adornos coloridos, encontramos renos, ciervos, animales vestidos de Papá Noel, estrellas, ángeles… pero no queda el más humilde recoveco para una pequeña imagen del Niño Jesús. Es como si se adornaran las ciudades para otro evento multitudinario, que no tuviera ninguna raíz religiosa.

 

Esto mismo ha ocurrido en edificios de instituciones, grandes comercios y empresas en las que encontramos motivos navideños que se han “desacralizado”, pero por el contrario, es bastante inusual, la presencia de un Belén. Es algo que quedaría mal, porque lo que está de moda es pasar de la religión, y poner un Belén podría herir la sensibilidad de alguien, o los que lo mostraran podrían ser tachados de beatos.

Aquí tenemos a los Reyes Magos, que para estos países no existen, y sus Navidades finalizan con el día de año nuevo, que es la Octava de la Navidad, la Circuncisión del Señor, y la Maternidad Divina de la Virgen (recordado en el mundo católico).  Pienso que de la manera en la que están desarrollándose los acontecimientos acabaremos con una Navidad sin la Natividad, como ha ocurrido con Halloween, que también hemos asumido, olvidando la raíz cristiana del recuerdo de los fieles difuntos en el día 2 de noviembre, siendo la verdadera noche de difuntos, la del día 1 al 2, pasando a los disfraces, que hacen parecer a los difuntos como seres monstruosos, estableciendo la “celebración”, en la noche del 31 de octubre al día 1 de noviembre.

Con esta exposición, en ningún momento olvido, las raíces paganas de las celebraciones cristianas, que fueron implantadas por la Iglesia, para intentar acabar con los cultos preexistentes. Hace tiempo me apropié de esta frase: “Cuando España dominaba el mundo y ellos iban en taparrabos, nosotros ya contábamos con el Carnaval; como tradición nuestra que pervive en el presente si tenemos la ilusión de disfrazarnos“ .

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