Da Vinci Restauro S.L. ha realizado los trabajos de recuperación y restauración de los fantásticos murales barrocos que se encontraban ocultos bajo muchas capas de pintura, cal y yeso. Esta es nuestra segunda intervención en la localidad, después de restaurar las pinturas murales de la Ermita de la Labradora (pincha aquí si quieres leer el post sobre aquella restauración)
RESTAURACIÓN DE LA CAPILLA DEL SAGRARIO DE LA PARROQUIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE HERENCIA, CIUDAD REAL
Los trabajos de recuperación y restauración de las pinturas murales de la capilla comenzaron en Julio de 2.022. Nuestro equipo de restauradores ha trabajado durante más de cinco meses. Cuando llegamos a Herencia, Ciudad Real, no teníamos ni idea sobre qué pinturas íbamos a encontrar, ni su estado de conservación. Las pinturas, creadas en el año 1.743, se encontraban ocultas bajo diversas capas de cal, temple, pintura plástica y yeso.
Estudios técnicos
Al comienzo de los trabajos de restauración se realizó una serie de catas en diversas zonas de la bóveda de la capilla de la Parroquia. Éstas fueron realizadas con escalpelo y humectación controlada. Los colores originales comenzaron a vislumbrarse y marcar el esquema compositivo de esta obra barroca, en las pinturas murales que decoran plementerías, nervios y cornisa. Un estudio estratigráfico confirmó que la técnica artística empleada fue temple a la cola.
Primera fase de eliminación
La adhesión de los repintes que ocultaban los murales originales era irregular. Unas zonas se desprendían con facilidad, mientras que otras tenían un agarre considerable al poro de la superficie, dificultando su eliminación. El procedimiento artístico al temple es muy sensible a las condiciones de humedad relativa elevada. Por este motivo se realizó una segunda fase de eliminación, más exhaustiva.
Nuestro interés principal era eliminar el mayor número de escamas y lascas de temple blanco y color crema. Entre dichas capas de temple y la pintura original se interponían diversos estratos de cal. Para la elaboración del proyecto se eliminó de manera somera la mayor superficie posible, porque la finalidad era detectar cuánto original había. Descubrir los materiales ocultos nos ayudaría a determinar patologías y tratamiento de restauración.
Los trabajos de recuperación y restauración de los murales comenzaron por la bóveda. Cada jornada de la primera fase estuvo llena de sorpresas. Era ilusionante ver las caras de los ángeles asomando a la luz. Volutas, filacterias, flores y frutos se revelaban tras muchas décadas, quizá más de cien años, ocultas y en estado latente.
Una vez extraídas las escamas que salían con facilidad, pudimos determinar el esquema compositivo con los colores empleados. Se localizaron las zonas que presentaban problemas de humedades y grietas, así como el estado del mortero.
Tras esta fase se pudo realizar un mapa de daños, y búsqueda de tratamiento de restauración para frenar las causas de deterioro de las pinturas murales.
Humedades
Uno de los factores de alteración era la presencia de humedades localizadas. Detrás de la bóveda en el muro Oeste había mucho palomino de aves, materia que retiene humedad. Tras comunicarlo a la Parroquia de la Inmaculada, actuaron de manera rápida y se extrajeron dichos restos biológicos. El revoco en dicha zona estaba muy húmedo, y durante el resto de la obra se estuvo aireando con un ventilador para evitar la condensación y así favorecer la evaporación de tanta agua retenida. Este factor de alteración provocó la pérdida de pintura original por la disgregación del intonaco en dicha zona.
Presencia de grietas
Eran muchas las grietas presentes en la superficie. En la mayoría de los casos habían sido cubiertas por yeso aplicado de manera ruda sobre la pintura original. De todas las grietas, la más preocupante por su importancia y profundidad estaba en el centro de la bóveda. Atravesaba de Norte a Sur toda la capilla. En el pasado fue cubierta por un cemento aplicado de manera irregular que provocaba tensiones.
Nuestro objetivo era eliminar los materiales ajenos a las pinturas barrocas, sustituyéndolos por morteros acordes con los movimientos de la arquitectura. La grieta de la clave del arco se rellenó y consolidó de manera conveniente, y finalmente se niveló hasta donde fue posible. Los movimientos del edificio habían fracturado superficies en aristas y desnivelado en forma de escalón.
Las grietas de menor calibre se trataron previo estudio localizado, y en general se trataron inyectando resina acrílica con carga de cal (PLM).
Segunda fase de eliminación de repintes
Muchas zonas de la superficie tenían el temple blanco muy incrustado en el poro de la capa pictórica original (recordemos que también es temple). Estas zonas se limpiaron humectando y aplicando geles con un tiempo de actuación controlado. Se empleó bisturí y escalpelo en una labor minuciosa y bastante ardua.
Los restos de cal que recubrían la capa pictórica original estaban muy pulverulentos, y se eliminó principalmente por medios mecánicos.
Una vez limpia la superficie original, se redactó un segundo proyecto de intervención que nos sirviera de guía para el proceso de reintegración.
Documentación iconográfica
El tratamiento de reintegración cromática se apoyó en el estudio iconográfico elaborado por la historiadora y restauradora de nuestro equipo, Emma Zahonero. A medida que los colores salían a la luz durante la restauración, la obra nos iba dando pistas sobre su origen, realización y significación religiosa y cultural.
Los elementos iconográficos aparecidos en esta magnífica obra barroca que estaba oculta, revelan que la obra fue elaborada por un artista culto, con un lenguaje plástico documentado en grabados del siglo XVII. Se representan los elementos de la Tota Pulchra, algunos de los cuales son de la letanía lauretana y otros del Cantar de los Cantares, elementos que forman parte de las representaciones de la Virgen Inmaculada.
Encargo de las pinturas murales
El remate del ático de uno de los retablos barrocos posee el escudo de los dominicos, que serían los comitentes de la ejecución de las pinturas murales. Dicho escudo es una cruz con lirios en sus extremos, el stemma liliatum, similar a la cruz de Calatrava, pero blanco y negro. Un rosario envuelve la composición.
En la clave de la bóveda hubo una obra pictórica, como indican los restos de lino y tachuelas que enmarcan el cuarterón central. Esta zona estaba muy perdida, y por las pequeñas escamas que quedaban, se ha podido recomponer el esquema compositivo. Las filacterias indican que la escena podría representar la Coronación de la Virgen.
Gracias a los restos de tejido y tachuelas, sabemos que la capilla habría estado decorada por un total de quince obras pictóricas. Es muy posible que representasen los Misterios de Gozo, Dolor y Gloria de la Virgen María. El mural del Pabellón Principal (muro Oeste) representa el trampantojo de un dosel con cortinaje sostenido por ángeles, cuyo centro tiene un espacio vacío. Actualmente puede leerse que fue pintado en el año 1.767, es decir, cinco años después de que el Rey Carlos III proclamase a la Virgen de la Inmaculada Patrona de España. Reiteramos que las representaciones más importantes de la capilla datan del año 1.743. Este dato confirma que la congregación dominica que encarga las pinturas barrocas ya acepta el dogma de la Inmaculada Concepción.
Referentes iconográficos
En la plementería del centro de las pinturas barrocas que estaban ocultas, vemos en lo alto una puerta: la Porta Coelis o puerta del cielo de la letanía lauretana, rodeada de querubines. El estudio histórico artístico elaborado por la historiadora nos ha ayudado para la recomposición de formas en la fase de reintegración cromática. Gracias a dicho estudio, sabemos que el autor tomó como referentes los grabados del monje cartujo Fray Nicolás de la Iglesia, en concreto la obra Flores de Miraflores, de la cual extrae diversos modelos: la torre de David, el huerto cerrado (hortus conclusus), y la puerta del cielo anteriormente mencionada.
Especial consideración merece la figura aparecida en el arco del muro Oeste, sobre el entablamento. Se trata de una zona muy perdida y erosionada, que sorprende por su iconografía. La pintura mural representa a la Virgen María con el niño en brazos, montada en una mula, sostenida por una nube. La escena, tomada de la obra de Fray Nicolás de la Iglesia, representa una profecía de Isaías: María Nube extraña. La Virgen aparece como trono del Niño Jesús. En la parte inferior, una escultura clásica fragmentada, como alegoría de la caída de los ídolos.
Otras figuras que hemos reintegrado gracias al estudio iconográfico, ha sido el ángel que toca una tuba. Esta figura fue copiada de la portada de la obra de Antonio Palomino “El Museo pictórico, y escala óptica”. El diseño se ha traspasado mediante líneas de proporción que han que dado marcadas en el muro.
El autor de estas pinturas murales tomó como referencia otros modelos de Antonio Palomino, tales como la representación de la Virtud de la Fé, que podemos observar en el muro Este. La figura tiene los ojos vendados, y en una mano porta un cáliz con la Sagrada Forma, mientras que la otra sostiene una filacteria, con la ayuda de ángeles y querubines; en la zona inferior hay un Tetragramaton (Yahvé en hebreo).
Puesta en valor de las pinturas
Desconocemos el motivo por el cual estas pinturas fueron cubiertas. En la localidad de Herencia no hay constancia de ninguna fotografía ni testimonios vivos que apuntasen al conocimiento de su existencia.
La noche de su inauguración fue un acto solemne, de gran espectación, y mucha ilusión por nuestra parte. Hubo un espectáculo de luminotecnia después de la misa, con un coro precioso, y música barroca.
Los herencianos han recuperado para su Patrimonio una obra de Arte singular, cuyo artífice merece un estudio exhaustivo en relación con otras obras murales de la provincia de Ciudad Real.